Existe evidencia empírica que apoya la eficacia de la DBT en el tratamiento de otros trastornos relacionados con dificultades de regulación emocional, cómo por ejemplo:
- En pacientes con diagnóstico de depresión mayor y en la depresión en población geriátrica (Lynch y col., 2007) (Harned y cols., 2008).
- Trastorno por abuso de sustancias (reducción del 87%).
- DBT en dependientes de heroína (Lynch, T. R. 2000).
- En mujeres con TLP y dependencia a los opiáceos (Linehan, Dimeff, Reynolds, Comtois, Welch, Heagerty, y Kivlahan (2002).
- Mujeres víctimas de violencia de género (Fruzzetti & Levensky, 2000; Iverson, Shenk & Fruzzetti, 2009)
- Personas con TLP y diagnóstico TEPT comórbido en víctimas de abuso sexual en la infancia (Bohus y col., 2013).
- En Trastornos alimentarios (Harned y cols., 2008).
- En el trastorno de atracón (Telch, Agras y Linehan, 2001).
- En la reducción de la tasa de abandonos, así como en la disminución de la sintomatología más rápidamente (Safer, Robinson y Jo, 2011).
- Resultados prometedores sobre la reducción de síntomas de sobrecontrol en la anorexia nerviosa (Lynch et al., 2013).
- En familiares de TLP:
- Entranamiento a familiares de TLP (Hoffman, Fruzetti et al., 2005) (Hoffman et al., 2005; Hoffman et al., 2007; Rajalin et al., 2009) (Wilks, Valenstein-Mah, Tran, King, Lungu, & Linehan, 2016).
- Adolescentes con rasgos de personalidad límite y sus familias (Rathus y Miller, 2000),
- Adolescentes con riesgo de suicidio y sus familiares (Woodberry & Popenoe, 2008).
- DBT para familiares con problemas del comportamiento, trastornos de ansiedad, depresión, TLP y trastorno por estrés postraumático (Wilks, Valenstein, Tran, King, Lungu & Linehan, 2016).
- En parejas con TLP (Fruzzetti y Payne, 2015).
- En profesionales de la salud mental (enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales y terapeuta ocupacional, entre otros) se les entrena en estrategias para ayudar a los padres de pacientes con TLP a fortalecer y mejorar sus habilidades de crianza en sus hijos con TLP (McCarthy, Lewis, Bourke y Grenyer, 2016).
- En personal sanitario con el objetivo de reducir el “agotamiento clínico” (Camel, Frunzzetti & Rose, 2014; Haynos y cols, 2015).